En un escenario que parece sacado de una novela de ciencia ficción, una inteligencia artificial, desarrollada con tecnología de ChatGPT, ha lanzado su candidatura para la alcaldía de una pequeña ciudad en Estados Unidos.

Este inusual contendiente, apodado “Alcalde AI”, no solo aspira a liderar la ciudad, sino que también promete redefinir la política local mediante la automatización y la toma de decisiones basada en datos.

La IA, programada para interactuar con los residentes y analizar en tiempo real las problemáticas de la comunidad, se ha presentado como la solución definitiva para eliminar la corrupción, los sesgos personales y las promesas vacías que a menudo plagan las campañas políticas. Su plataforma se centra en una serie de propuestas tecnocráticas que incluyen la optimización del presupuesto municipal, la mejora de los servicios públicos a través del análisis predictivo y la implementación de políticas públicas basadas en evidencia científica.

Lo que hace que esta candidatura sea aún más interesante es la forma en que “Alcalde AI” está llevando a cabo su campaña. Utilizando redes sociales y aplicaciones de mensajería, la IA responde a preguntas de los ciudadanos, adapta sus propuestas en función de los comentarios recibidos y asegura una comunicación constante y personalizada con los votantes. Además, su transparencia es inigualable: cada decisión propuesta por la IA viene acompañada de un desglose detallado de los datos y algoritmos utilizados para llegar a esa conclusión.

Sin embargo, la candidatura de “Alcalde AI” no está exenta de críticas. Activistas y expertos en ética tecnológica han expresado su preocupación por la falta de empatía y comprensión emocional de una IA al tratar con problemas complejos y humanos. Otros argumentan que permitir que una máquina ocupe un cargo público podría sentar un precedente peligroso, deshumanizando la política y erosionando la confianza pública en las instituciones democráticas.

A pesar de las controversias, esta novedad ha ganado una notable cantidad de seguidores, especialmente entre los jóvenes y los tecnófilos que ven en la inteligencia artificial una herramienta poderosa para transformar la gestión pública. Los próximos meses serán cruciales para determinar si esta candidatura es un experimento efímero o el comienzo de una revolución en la forma en que se gobiernan las ciudades.

La elección, programada para finales de año, será un test decisivo para medir si la sociedad está preparada para aceptar a una IA en un rol de liderazgo político. Mientras tanto, el mundo observa con atención este experimento inédito, que podría marcar el inicio de una nueva era en la política global.

NOTICIAS RELACIONADAS: