El reciente informe “Accountable Acceleration: Gen AI Fast-Tracks Into the Enterprise”, elaborado por Wharton Human-AI Research y GBK Collective, ofrece una radiografía de cómo las empresas están adoptando —o no— la IA generativa en 2025. Los datos, basados en encuestas a más de 800 ejecutivos estadounidenses, revelan un panorama de adopción acelerada, donde el uso cotidiano convive con desafíos organizacionales.

El título del informe —“aceleración responsable”— sintetiza un cambio de época: la IA ya no es novedad, sino infraestructura estratégica, y su éxito depende menos de la tecnología que de la capacidad humana para gestionarla con criterio.

La adopción masiva: la IA ya forma parte del trabajo cotidiano

El estudio, basado en encuestas realizadas a más de 800 líderes de grandes empresas estadounidenses, muestra que la adopción de la IA Generativa se ha disparado hasta alcanzar niveles de normalización impensables hace apenas dos años. Casi la mitad de los ejecutivos, un 46 %, afirma utilizarla a diario, un salto de 17 puntos porcentuales respecto a 2024. Si se amplía el horizonte al uso semanal, la cifra asciende al 82 %, lo que confirma que la IA ya se ha incrustado en los flujos de trabajo de la mayoría de las corporaciones. Además, el nivel de competencia percibida crece: un 32 % de los encuestados se considera experto en el uso de estas herramientas, ocho puntos por encima del año anterior.

El uso más extendido de la IA se concentra en funciones que impactan directamente en la productividad individual y colectiva. Los análisis de datos, la redacción y edición de documentos y los resúmenes de reuniones o informes son los tres escenarios más comunes, todos ellos tareas repetitivas que la IA ha logrado acelerar con resultados tangibles. Sectores como tecnología, telecomunicaciones, servicios profesionales y banca muestran los mayores niveles de integración, con más del 90 % de adopción semanal, mientras que industrias más físicas, como manufactura y comercio minorista, avanzan con mayor lentitud. Algo similar ocurre a nivel funcional: los departamentos de tecnología y compras lideran el uso, mientras marketing y operaciones aún no alcanzan la misma madurez. Esta desigualdad no responde a falta de interés, sino a las distintas velocidades de transformación digital de cada área y a las restricciones de confianza y gobernanza internas.

De la curiosidad al retorno: medir para escalar

El informe de Wharton y GBK constata que la etapa del “probar por probar” ha quedado atrás. Hoy, el 72 % de las organizaciones ya evalúa formalmente el retorno de inversión de sus proyectos de IA Generativa, y tres de cada cuatro reportan resultados positivos. Los indicadores más valorados son el aumento de la productividad, la eficiencia operativa y la mejora de la calidad en los entregables. Cuatro de cada cinco ejecutivos confían en que sus inversiones en IA se amortizarán en un plazo de dos a tres años, lo que revela una expectativa de maduración realista, pero sostenida.

El optimismo financiero también se traduce en decisiones concretas de gasto. El 88 % de los líderes encuestados prevé aumentar su presupuesto en IA Generativa durante los próximos doce meses, y cerca de dos tercios de las compañías ya destinan más de cinco millones de dólares anuales a estas iniciativas. Un dato especialmente revelador es que un 30 % de los presupuestos tecnológicos se canaliza hacia investigación y desarrollo interno. Esto indica que las empresas no solo están comprando herramientas, sino que están desarrollando capacidades propias y personalizadas. A diferencia de los primeros años de adopción, en los que predominaban los pilotos dispersos, ahora la tendencia es reorientar los recursos hacia proyectos con resultados demostrables y escalables.

El factor humano: talento, formación y confianza como motores del retorno

A medida que la tecnología madura, el informe identifica un nuevo tipo de desafío: el humano. El 89 % de los líderes empresariales considera que la IA Generativa mejora las habilidades de sus empleados, frente al 71 % que teme que reemplace ciertas competencias. Sin embargo, el entusiasmo convive con una alerta creciente: el 43 % percibe riesgo de atrofia de habilidades, especialmente si las organizaciones no acompañan el uso intensivo de IA con programas de aprendizaje continuo. La inversión en formación ha descendido ocho puntos porcentuales en el último año, y la confianza en los programas de capacitación cayó aún más, catorce puntos. Esto sugiere que muchas compañías aún no han encontrado la fórmula para profesionalizar la alfabetización en IA dentro de su cultura corporativa.

El liderazgo, en cambio, se consolida. Un 67 % de los ejecutivos asegura que la adopción de IA cuenta ya con patrocinio directo de la alta dirección, y un 60 % de las empresas dispone de un Chief AI Officer (CAIO), figura que hace apenas dos años era excepcional. En paralelo, se endurecen las políticas de control: el 64 % ha adoptado normas específicas de seguridad y gobernanza de datos, y un 62 % utiliza la propia IA para la detección de fraudes, la gestión de riesgos o la supervisión del cumplimiento normativo. Esta institucionalización de la IA muestra que las organizaciones están asimilando su impacto no solo como ventaja tecnológica, sino también como responsabilidad operativa.

El informe dedica especial atención a los llamados “Agentes de IA”, sistemas capaces de ejecutar tareas complejas de forma autónoma y coordinada. El 58 % de los líderes señala que su organización ya experimenta con ellos, principalmente para automatizar procesos administrativos, analizar datos en tiempo real o gestionar flujos interdepartamentales. Aunque todavía se trata de una fase piloto, según el informe, los agentes serán el próximo gran salto en productividad, con la salvedad de que su implementación exigirá una gobernanza aún más sólida y una supervisión humana constante.

Hacia 2026: de la adopción a la ventaja competitiva

El horizonte que plantea el informe es el de una nueva etapa: la del rendimiento a escala. Si la primera ola de adopción estuvo marcada por la curiosidad y la segunda por la integración, la próxima se definirá por la capacidad de las empresas para transformar el uso de la IA en ventaja competitiva sostenida. Según los autores, 2026 podría ser el año en que la IA Generativa deje de ser un recurso táctico y se convierta en un componente estructural del modelo de negocio. Esa “aceleración responsable” implica medir el impacto real, ajustar los flujos de trabajo y alinear la tecnología con el talento.

Otras fuentes globales refuerzan este diagnóstico. Un estudio reciente del MIT estima que hasta el 95 % de los proyectos de IA Generativa en grandes corporaciones no logra un impacto financiero tangible, debido a fallos de integración y a la falta de métricas claras. McKinsey, por su parte, señala que aunque más del 75 % de las empresas ya usa alguna forma de IA, solo un pequeño porcentaje la ha implementado con una estrategia y gobernanza maduras. Estas cifras confirman que el reto no es adoptar la tecnología, sino escalarla con propósito y coherencia.

El futuro inmediato: talento y métricas como nuevas fronteras de la IA

El mensaje que deja el informe Wharton–GBK parece revelador: la era de la adopción indiscriminada ha terminado. Las organizaciones que logren dominar la gestión del talento, invertir en formación continua y medir con precisión el valor generado serán las que conviertan la IA Generativa en una verdadera ventaja competitiva. En palabras de sus autores, “las herramientas están listas, pero el retorno depende de las personas”.

La aceleración continúa, pero ahora con métricas, gobernanza y propósito.

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